jueves, 5 de marzo de 2009

LA INSERCION LABORAL DE LOS JÓVENES

La inserción laboral de los jóvenes

Actualmente el nivel de desempleo abierto se encuentra en los niveles latinoamericanos, sin embargo, el subempleo es alto. Este debe ser entendido como empleo precario, esto es, de un lado informal, y de otro, de ingresos muy bajos. Esta es una situación a afecta mayoritariamente a la población joven.
Desde el campo de la política educativa, el Estado ha sido incapaz de resolver el divorcio entre la demanda de por fuerza de trabajo de parte del sector productivo y la oferta de opciones laborales que el sistema educativo pone a disposición de la economía. Este desencuentro ha convertido a la educación secundaria de menores en un nivel de transito a la universidad, sin un razón de ser en si misma.
El tema del empleo juvenil es uno de los más importantes en nuestro país, pues los jóvenes entre 15 y 19 años de edad representan el 30% de la población aproximadamente, y muestran una tasa de desempleo que casi dobla la tasa de desempleo promedio. Estudios recientes demuestran como se ha incrementado la rotación laboral y la precariedad de los empleos entre los jóvenes generando insatisfacción general. Queda del Estado, poner en marcha una política para apoyar la inserción y reinserción permanente de los jóvenes, su empleabilidad y reducción de la exclusión, así como para favorecer su acceso a ventajas comparativas a partir del mayor uso de tecnologías de la información y comunicación.
Según nos muestra un estudio regional (1), existen hasta cuatro estrategias utilizadas por los jóvenes frente al desafío del empleo: la inactividad, la emigración, el remate y la educación.
Respecto de la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo es importante acotar que estos en su mayoría son inactivos, es decir, se clasifican entre desempleados, trabajadores familiares no remunerados (especialmente mujeres) y trabajadores domésticos. Asimismo, que los que acceden al algún tipo de empleo privado lo hacen básicamente en la microempresa. Caso contrario, hay muy pocos en la gran empresa, el sector público, patrones e independientes.
Las cifras a este respecto son alarmantes, según el INEI existen aproximadamente 1’855 mil jóvenes que no estudian ni trabajan, de los cuales el 63% son mujeres.
El fenómeno de la emigración entre los jóvenes se ha incrementado hasta tal punto que los expertos en el tema afirman que diariamente 1,000 jóvenes dejan el país en pos de mejores oportunidades de estudio y de empleo. Estimaciones del saldo migratorio, esto es la diferencia, entre los que ingresan y salen del país entre los años 1993 y el 2003 nos dicen que, 116,000 jóvenes salieron al extranjero para no retornar debido, entre otras razones, a la falta de empleo adecuado.
En la actualidad ante la poca oferta de empleo y la alta exigencia para acceder a uno, los jóvenes optan por el remate. Entre 1990 y el 2002 el número de horas de trabajo semanal se ha incrementado de 41.3% a 48.2%, es decir, ahora se trabaja más por menos, y lo que es peor no solamente se remata el trabajo, tal como lo demuestran las cifras, sino también las condiciones en las cuales se labora. De un tiempo a esta parte la protección social en términos de pensiones y salud ha decrecido del 27.3% a 21.2% y de 27.2% al 25.0% respectivamente.
Otro dato importante es la diferencia entre las tasas de sindicalización de los jóvenes y los adultos. Según las estadísticas del 2002 sólo el 25% de los jóvenes estaban sindicalizados frentes al 36.6% de los trabajadores adultos.
Los jóvenes la educación y el empleo
La desaceleración del ritmo de crecimiento poblacional ha ocasionado que el grupo de edad entre 15 y 29 años genere una fuerte presión sobre el sistema educativo. Es por ese motivo que en un lapso de 30 años la distribución de la escolaridad de la población haya sufrido una fuerte migración hacia los niveles más altos del sistema.
Los resultados del Censo de 1972 nos mostraban que la población mayoritariamente se ubicaba en el nivel primario el 47.7%. En el año 2002, según la Encuesta Nacional de Hogares ENHO realizada en IV trimestre, el 64.3% contaba al menos con un año de secundaria y un importante 26% con algún año de educación superior universitaria o no universitaria.
Esta mayor preparación de los jóvenes de hoy en día los coloca, según su nivel de certificación, con mayores ventajas competitivas que la población adulta. Sin embargo, la calidad y las condiciones del trabajo ofertado aún no satisfacen sus expectativas.
Lo anterior puede ser atribuible al deterioro de la calidad de la educación acontecida los últimos tiempos. El sistema educativo no proporciona a los jóvenes las habilidades y competencias necesarias para desarrollarse con eficiencia en el mundo del trabajo. Asimismo, las instituciones donde, supuestamente se proporciona capacitación para el trabajo a manera de “carreras cortas”, no cuentan con la suficiente acreditación en términos de la calidad de su personal docente y menos de sus instalaciones, mobiliario y equipo.
El estudio nos presenta que el más alto retorno, es decir mayores ingresos producto del trabajo, se obtienen de la capacitación en las empresas (53%) seguido de los Institutos Superiores Tecnológicos (32%); Centros no formales (22%); y, Centros de Educación Ocupacional (3%).
Una de las principales interrogantes acerca de la efectividad del sistema educativo, fundamentalmente del nivel secundario que supuestamente prepararía a los jóvenes para enfrentar el mundo del trabajo, es: ¿cuánto tiempo se demora un joven egresado en ubicarse laboralmente?
La transición de la escuela al empleo, luego de doce meses, se describe como sigue: de 390 mil jóvenes que egresan de la secundaria, 53 mil siguen estudios superiores y postergan su ingreso al mercado de trabajo; 155 mil consiguen trabajo y dejan de estudiar; 16 mil, estudia y trabaja simultáneamente; y, 166 mil “están en nada”.
Otro dato interesante es el de las transiciones laborales. En un lapso de cuatro años, el 57% cambia de ubicación laboral, frente a un 43% que no lo hace. Los que no cambian, básicamente se encuentran empleados el 30.5%, mientras que los que cambian lo hacen de un trabajo a otro, el 33.2%. En cuanto a la movilidad de los ingresos el 43% no cambia, frente al 33% que suben, y el 24% que baja.
La extremadamente difícil inserción laboral de los jóvenes, según palabras de los propios protagonistas, se puede definir de tres (3) maneras: no hay trabajo, hay restricciones al empleo y la educación no alcanza.
En el primer caso se define la precariedad del empleo, es decir, la carencia de un empleo formal, como es uno de jornada de ocho (8) horas, remuneración apropiada y en planilla, beneficios sociales, etc. Lo que existen son “cachuelos”, empleos temporales y con honorarios reducidos. En el segundo, se refiere a los costos que generan la búsqueda de trabajo: certificados, licencias y documentos varios, así como los costos del traslado frecuente a lugares a de entrevista. Por último, el nivel educativo y la calidad de la institución de la cual se recibió instrucción no son suficientes, sin embargo, es común ver a jóvenes muy calificados en empleos de baja remuneración, como es el caso de profesionales trabajando de taxistas.
Esta enorme exclusión laboral depara a los jóvenes pobres trabajos precarios y sin beneficios, en la medida que para acceder a una plaza laboral se requiere tener capital relacional, es decir, calidad y cantidad de relaciones personales que son adquiridas o heredadas de su grupo familiar, los cual es potestad de las clases medias y altas. Asimismo, la gran empresa demanda profesionales de universidades de “prestigio” y con “buena presencia”.
Ante el panorama general del empleo en el país, la juventud ha caído en el desaliento, sin embargo existe una creciente expectativa por el negocio propio que le permita la independencia y tener manejo sobre su propio futuro.
En general en empleo en el Perú a sido visto desde Lima, la visión que se tiene del problema desde las grandes ciudades del interior, es todavía, muy escasa, sin embargo, es evidente que existe una dinámica diferente en cada provincia. Tal es el caso de la provincia de Ica, que según los expertos, esta muy cerca del pleno empleo. A pesar de esto, el nivel educativo y de exigencia para obtener un empleo, desde la visión de los jóvenes, sigue siendo mayor en la capital.

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